Este estudio señala que en España, el olivar tradicional no mecanizable supone del orden de 500.000 hectáreas, es decir, más del 20% del total del olivar en nuestro país y de 200.000 pequeñas explotaciones -de entre una y tres hectáreas cada una- de unas 300.000 familias de Andalucía, Castilla-La Mancha, Comunidad Valenciana, Cataluña y Aragón, que podrían desaparecer en los próximos 10 años.
El informe constata que la sostenibilidad del olivar español, especialmente el olivar tradicional no mecanizable característico de nuestro país, está en serio peligro, sobre todo debido a la brecha creciente entre la producción y el consumo en España y a nivel mundial, por lo que existen algunas vías para abordar esta situación a través de la promoción.
En opinión del autor del estudio, “todos los agentes de la cadena de valor del aceite de oliva deben trabajar en elevar los estándares de calidad e invertir en valorizar el aceite de oliva, que el consumidor -sobre todo el más joven- está abandonando en favor de productos sustitutivos”. Así se conseguiría la adecuación de la demanda y la oferta, y el correspondiente desplazamiento del rendimiento hacia el origen y mayor rentabilidad para el agricultor. En paralelo, también deberían emprenderse iniciativas de reducción de costes (transformación del cultivo, integración vertical u horizontal, etc.) y otras destinadas al incremento de valor (diferenciación, especialización y singularización).
Y es que este estudio concluye que el sector productivo internacional de aceite de oliva está creciendo a un ritmo superior al del consumo.
Diez nuevos olivos por segundo
Durante los últimos 15 años, se han plantado en el planeta 10 nuevos olivos por segundo
En concreto, durante los últimos 15 años se ha pasado de 46 a 64 países productores, y se han plantado en el planeta 1,65 millones de hectáreas de olivar (10 nuevos olivos por segundo), lo que supone un aumento de un 17% de la superficie cultivada. Esta expansión se ha concentrado mayoritariamente en los últimos seis años, con 1 millón de nuevas hectáreas, el 10% de superficie adicional mundial, en su mayor parte de olivar eficiente.
Este incremento de la superficie cultivada, unido a la transformación anual de más de 100.000 hectáreas de olivar tradicional en eficiente, tiene como consecuencia directa un aumento de la capacidad nominal productiva del olivar mundial, que actualmente supera los 4,9 millones de toneladas de aceite de oliva (en términos absolutos).
Sin embargo, según la previsión del Consejo Oleícola Internacional (COI), en la última campaña el consumo se situó en 2,9 millones de toneladas, lo que supone una pérdida de consumo en término globales y una caída acumulada de 5,1 puntos porcentuales durante las últimas nueve campañas, descendiendo en los principales países consumidores y productores (como España) y frenándose en nuevos países consumidores, como Estados Unidos.
En este sentido, el informe destaca que en los próximos años se acrecentará la brecha entre oferta y demanda de aceite de oliva, y se situará entre 1 y 2 millones de toneladas de exceso en la producción.
Olivar tradicional versus olivar de alta densidad
Esta brecha provoca efectos perniciosos en las categorías tradicionales de olivar, con riesgo de que desaparezca el 20% del olivar español, un sector centrado en el volumen y en la “agresividad” en los precios, a lo que se une la caída del consumo. Todo ello con mayor impacto negativo en la sostenibilidad del olivar tradicional no mecanizable caracterizado por su atomización (240.000 pequeñas explotaciones y 300.000 familias). Los costes productivos por kilo de aceite de oliva por tipo de cultivo oscilan entre los 0,80 euros de las explotaciones de alta densidad y los 2,40 euros/kg de media (en ocasiones hasta 3 euros) de las tradicionales, en fincas de alta pendiente y no mecanizables, lo que las sitúa bajo el umbral de la rentabilidad.
Como consecuencia de ello, según el estudio, ya se encuentran en proceso de abandono más de 130.000 hectáreas de este tipo de olivar, único y muy característico de España, que utiliza varietales autóctonos, adaptados a sus climas y suelos, con un perfil organoléptico diferencial y propiedades exclusivas de aceites de oliva que, en otro caso, no existirían.
En declaraciones a Mercacei, el autor del estudio cree que el olivar tradicional debe impulsar estrategias de diferenciación y de singularización y promover que el usuario adquiera su producto por un precio superior que garantice una mayor renta neta al olivicultor en origen. Entre los ejemplos claros de este tipo de estrategias se encuentra, según Vilar, la olivicultura ecológica, la olivicultura biorregenerativa, la olivicultura biodinámica, la olivicultura heroica, los aceites singulares, etc.