Muchos consumidores están dispuestos a pagar más por una mejor calidad ambiental y, por lo tanto, por valores tales como la calidad del agua, el secuestro de carbono, la conservación de la biodiversidad, la reducción de la contaminación, la disminución de la erosión o las emisiones de gases de efecto invernadero, según un estudio realizado en el marco del proyecto Diverfarming.