¿En qué consiste exactamente la venganza del campo?
Se trata de un título alegórico, provocador, pero que encierra una honda realidad. El campo europeo ha sido despreciado y perseguido por leyes y normas de una sociedad eminentemente urbana, que confiaba en alimentos de fuera mientras quería su campo para pasear. Ahora que las importaciones se encarecen, nos hemos encontrado con una agricultura encarecida en casa. Tenemos menos oferta y a precios más caros, lo que ha originado una acelerada subida de precios de los alimentos. Ésa es la venganza
del campo.
En su obra afirma que, atacado por la “indolente” clase política -de la que Vd. formó parte-, el sector primario “es pisoteado y perseguido por la misma sociedad a la que da de comer”. Explíquese…
No hablo de política en el libro, porque el fenómeno es más profundo. Se trata de sociología, de la mirada de una sociedad que se acostumbró a una alimentación muy barata y abundante, lo que le hizo olvidarse de sus agricultores. Los nuevos -y positivos- valores de sostenibilidad hicieron que esa misma sociedad comenzara a considerar a las actividades agrarias y ganaderas como enemigas del medio ambiente y maltratadoras de animales, por lo que comenzó a restringir, limitar y encarecer sus producciones, confiando en que podría comprar barato de fuera. El ciclo ha cambiado y, como no podía ser de otra forma, la cesta de la compra se encareció sensiblemente.
La crisis alimentaria está por llegar, sostiene en su libro. Dígame, ¿estamos aún a tiempo de evitarla? ¿Cómo?
La venganza del campo se expresará en forma de encarecimiento sostenido de los alimentos en los países desarrollados. Sería en los países pobres donde, desgraciadamente, podrían reaparecer crisis alimentarias que creíamos olvidadas para siempre. Podemos evitarla si nuestra mirada regresa a la producción agraria y a su importancia. En Europa precisamos de una nueva PAC que equilibre la sostenibilidad irrenunciable con el derecho de los europeos a una despensa sana, variada y a un precio razonable. Y para ello, agricultores, ganaderos y pescadores son parte de la solución, que no del problema, como hasta ahora han sido considerados.
El escenario que dibuja en su obra es descorazonador. Las gentes del campo agonizan y a casi nadie parece importarle. ¿Qué podemos hacer para revertir todo este alarmante proceso?
Para que el campo no muera y para que los jóvenes se interesen por la actividad agraria son precisos varios requerimientos. Primero, que obtengan rentabilidad, hoy casi inexistente. Segundo, que la actividad recupere prestigio, que se sientan valorados por la sociedad que hoy los desprecia. Tercero, que el mundo rural proporcione servicios adecuados. Los jóvenes quieren sentir los vientos de vanguardia en el rostro y la innovación, automatización y tecnología se los puede proporcionar. Creo que, con el encarecimiento de los alimentos, la sociedad volverá a valorar a los profesionales que se los proporcionan.
¿Qué opinión le merece la notable subida del precio del aceite de oliva y que le diría a quienes piensan que es un producto caro y que productores y envasadores están aprovechando la situación para hacer caja?
El aceite de oliva ha subido mucho por una simple cuestión de oferta y demanda. Con la sequía, hubo cosechas muy cortas y el aceite subió mucho. Ahora ya ha bajado algo porque en la primavera llovió. El precio en el otoño dependerá de la relación entre oferta y demanda. Los agricultores han obtenido más precio, pero tuvieron menos cosecha y los insumos se encarecieron en idéntica medida.