En la Universidad de Córdoba (UCO) ha habido muchos grupos de investigación que han trabajado en el sector oleícola, la mayoría formados por investigadores cuyas carreras profesionales se han desarrollado al albor de este importante motor económico de Andalucía. Esta relación bidireccional ha traído múltiples beneficios pues ha generado cambios importantes cuyo efecto final ha sido la modernización del cultivo del olivo. En la mayoría de estas líneas de investigación han participado mujeres, aunque su protagonismo no se ha visto públicamente reflejado como se merece. Poco a poco, la composición de los grupos se ha ido equilibrando y hoy en día, en la UCO, es fácil encontrar muy buenos trabajos de investigación y resultados que se han transferido a las empresas gracias a la excelencia de muy buena parte de nuestras investigadoras en algunos casos, líderes de sus grupos de investigación.
La UCO destaca por su compromiso con la igualdad de género, un aspecto clave en su reputación. A través del Plan Propio de Investigación, la UCO implementa medidas de acción positiva para apoyar a grupos de investigación liderados por mujeres, con programas específicos. También impulsa el liderazgo femenino en sus estudiantes de posgrado, en el que participan estudiantes del Máster de Olivicultura y Elaiotecnia, fortaleciendo su papel en el sector del aceite de oliva.
Dedicar una publicación que tiene como protagonista al papel de la mujer en el sector oleícola es toda una declaración que nos ayudará a seguir animando a que nuevas investigadoras apuesten por este sector para el desarrollo de sus líneas de trabajo que tanto beneficia a nuestra alimentación, salud y medio ambiente.
Aprovechamos esta edición para destacar algunos de los proyectos que han contado con financiación pública-privada de diversa índole, liderados y participados por mujeres. Así, Carmen Galán ha desarrollado una metodología con datos de polen para tener previsiones de los kilos de aceituna que se obtendrán en cada campaña. Asimismo, Mª Dolores Pérez y Mª Teresa Sánchez han asegurado la calidad del aceite de oliva usando sensores espectroscópicos de infrarrojo cercano; mientras que Mª Carmen Campillo ha realizado estudios para corregir la clorosis férrica en olivar con fosfatos de hierro y estudiar su posible repercusión en la mejora de la calidad del aceite de oliva. Por su parte, Mª José Cardador y Lourdes Arce han puesto a punto métodos instrumentales para la clasificación de los aceites en AOVE, virgen o lampante empleando la cromatografía de gases acoplada a espectrometría de masas o de movilidad iónica. Además, Mónica Calderón ha trabajado en proyectos que demuestran el valor saludable de alimentos procesados en AOVE; y Carmen Avilés y Melania Salazar han trabajado en proyectos para aprovechar los subproductos del aceite en alimentación animal.
Sirvan estos ejemplos como muestra para constatar la apuesta decidida por la igualdad que la universidad mantiene, y que permite que las nuevas generaciones tengan referentes de mujeres trabajando en ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas, áreas imprescindibles para seguir aportando soluciones al sector del olivar con una mirada femenina, complementaria a la que tradicionalmente han puesto los hombres.