In olea veritas

Fue en ese mismo instante cuando pronunció una de las frases más famosas de la historia: alea jacta est (la suerte está echada). Y, en efecto, marcó el inicio de una guerra civil que provocaría su asesinato casi cinco años después a manos de un grupo de senadores opuestos a sus ambiciones autocráticas.

Con su muerte, Roma despidió posiblemente a uno de los gobernantes de la Antigüedad clásica más célebres de toda la historia. Fue él quien intentó acabar con el dominio que ejercían los nobiles y los optimates en la vida política, cediendo poder al pueblo, que le mostró su devoción en el Coliseo. Un escenario que, por aquel entonces, llegó a reunir a unos 55.000 espectadores y donde el César mostró a los romanos la primera jirafa en la arena, realizando acrobacias casi imposibles como telonera de los admirados y temidos gladiadores.

Recientemente, 21 siglos después, una investigación realizada en el alcantarillado del Coliseo de Roma ha dado a conocer un dato sorprendente sobre lo que hacían los antiguos romanos durante este tipo de espectáculos. Concretamente, un equipo de arqueólogos ha descubierto que, en los últimos años de los espectáculos celebrados en el Coliseo, los espectadores se atiborraban de aceitunas, nueces y cerezas. De hecho, los expertos han podido desenterrar restos de estos alimentos de más de 1.500 años de antigüedad en el lugar, prueba irrefutable de que la brutalidad de aquellos espectáculos no impedía que los romanos acudiesen al Coliseo con los snacksde moda de la época.

Igualmente, se han hallado fragmentos de plantas como el laurel o el arbusto boj que se utilizaban para decorar los palcos de los nobles. Asimismo, fruto de esta investigación, los arqueólogos también encontraron huesos de osos y grandes felinos, que son una muestra de los animales que se empleaban en los juegos del anfiteatro. Leones, tigres, elefantes y osos eran traídos desde todos los rincones del Imperio romano para ser enfrentados por cazadores o gladiadores mientras el pueblo romano les jaleaba con un puñado de aceitunas en las manos.

Digo yo que en aquellos cines -los coliseos de nuestra era- que venden hasta nachos con queso para visionar una película podrían replantearse la carta de alimentos y añadir unas olivas que, aparte de ser mucho más saludables, están bastante más ricas. In olea veritas (en la aceituna está la verdad).

In olea veritas

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