Un atardecer disfrutando de un campo de olivar es el recuerdo más vivo que tengo de mi padre, perteneciente a la tercera generación de una saga de maestros aceituneros que, conviviendo con la primera y quinta generación, se sintió siempre orgulloso de ellos. Él nos mostró que las empresas familiares se fundamentan en un respeto profundo por la historia, donde la tradición y sus valores se coordinan a la perfección con ese respeto y el sueño de cuidar el olivar como legado para las siguientes generaciones.
Y es por ello por lo que siempre que tengo ocasión recuerdo esos momentos donde no sólo me siento acunada con su recuerdo, sino que disfruto de ver el lujo que tiene nuestra tierra con unos fuertes cimientos de progreso, donde la tradición logra pilares únicos que nadie puede entrar si no se le invita.
En el Día Mundial del Olivo, y al preguntarme qué siento por los años trabajados en este sector, no puedo negar que lo primero que pienso es en el orgullo de ser empresaria y de ganarme la confianza -algo ya de serie para los varones en este sector-, pero que pasito a pasito me lleva a afirmar que hoy, más que nunca, el futuro de nuestro olivar andaluz está en nuestros hogares.
Nuestra empresa ha crecido año a año de la mano de todos los que la integran. Da igual la variedad que nos represente en nuestros campos si podemos disfrutar del rocío de la mañana envasado en un formato que, vaya donde vaya, es abrirlo y disfrutar de su olor y saborear Córdoba en nuestro paladar. El exquisito mimo que va del campo a la mesa, allí donde vayas, lo sientes.
Fue en 1920 cuando tuvieron lugar los primeros viajes a Sudamérica, iniciando nuestra actividad exportadora. Cada vez que desde nuestra web www.aceitunastorrent.com nos dicen lo que sienten al comprar y consumir nuestras seis marcas cordobesas, sé que hemos logrado nuestro principal objetivo: una sonrisa cómplice que te transporta a nuestros orígenes.
Desde Aceitunas Torrent como consejera delegada y, actualmente, bajo la dirección general de mi hermano, celebro que el olivar cordobés siga ofreciéndonos su mejor producto, que llega a más de 80 países de los cinco continentes en más de 125 años de existencia.
Siento orgullo de cada una de las mujeres que pertenecen a este mundo, desde las que trabajamos en el sector agrario a aquellas que lo hacen en el industrial, y celebramos unidas el Día Mundial del Olivo, sabiendo que en nuestras manos está su futuro y donde nuestra visibilidad y tesón nos lleva a generar una cadena de valor para dar un paso al frente luchando por la despoblación, formándonos para un campo que, por mucho que mimemos, necesita más que nunca de infraestructuras e inversiones innovadoras para su cuidado a través del mejor conocimiento.
Ya sea como se presente nuestro producto o como disfrutemos de nuestro olivar, éste forma y formará parte de nuestra historia. Es nuestro legado y un pilar fundamental para todos los españoles.
Ahora más que nunca tenemos a nuestro alcance el mejor producto, signo de país, de pasado y de futuro, de historia e innovación, de retos y de mujer.
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