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Agroclim-Olive identifica cuatro variedades de olivo adaptadas al cambio climático

Agroclim-Olive identifica cuatro variedades de olivo adaptadas al cambio climático

jueves 20 de marzo de 2025, 12:59h
Tras dos años de investigación, el Grupo Operativo Agroclim-Olive, integrado por Citoliva, la Universidad de Córdoba (UCO), BALAM Agriculture y COAG-Jaén, entra en su recta final. Este consorcio ha centrado sus esfuerzos en identificar variedades de olivo adaptadas al cambio climático y desarrollar estrategias para afrontar desafíos agronómicos como la salinidad del suelo y enfermedades emergentes.

Según ha informado Citoliva, la UCO, a través de su Unidad de Identificación Varietal de Olivo y el Banco Mundial de Germoplasma del Olivo (BGMO-UCO), junto a COAG-Jaén y la empresa Biogeos, han recolectado y analizado genéticamente muestras de olivos no catalogados, muchos de ellos centenarios o procedentes de olivares abandonados.

Dos de estas variedades han sido localizadas en distintas zonas de cultivo, lo que sugiere que han sido propagadas tradicionalmente por agricultores. Estos genotipos se encuentran conservados y en proceso de caracterización en el BGMO-UCO, con vistas a su posible uso en nuevas plantaciones.

Agroclim-Olive también ha analizado la distribución y adaptación ambiental de más de 100 variedades tradicionales de olivo en Andalucía. Mediante herramientas de geoinformación, el estudio ha revelado la extraordinaria capacidad de adaptación del olivo cultivado a diferentes climas y tipos de suelo, capaz de desarrollarse en casi todo el territorio andaluz, excepto a altitudes superiores a los 2.750 metros.

Según ha precisado Citoliva, variedades como lechín de Granada destacan por su amplia adaptabilidad, creciendo desde el nivel del mar hasta zonas de alta montaña. En cambio, otras como caballo y torcio de Huelma se limitan a regiones de clima más frio.

Frente a este comportamiento, el acebuche (Olea europaea var. sylvestris) presenta una distribución más limitada, localizándose en zonas húmedas y evitando altitudes extremas. Esto confirma, a su juicio, que el cultivo del olivo ha ampliado su capacidad de adaptación más allá de las condiciones naturales del acebuche.

"Estos resultados ofrecen información clave para ayudar a agricultores y técnicos a seleccionar las variedades más adecuadas frente al cambio climático", ha señalado.

Nuevas estrategias frente a la antracnosis

En paralelo, el proyecto ha avanzado en la lucha contra la antracnosis. Investigadores de la Universidad de Córdoba, junto a la empresa BALAM Agriculture, han probado nuevos tratamientos basados en el uso de inductores de resistencia, como el ácido salicílico y el ácido dipicolínico, en las variedades arbequina y arbosana.

Los resultados, según Citoliva, son prometedores. Así, el ácido salicílico ha logrado reducir la incidencia de la enfermedad en el fruto, aunque con variaciones según la variedad; mientras que el ácido dipicolínico ha mostrado eficacia en laboratorio, pero en condiciones de campo ha generado síntomas de fitotoxicidad en hojas y frutos.

Además, se han identificado variedades con resistencia natural moderada a la antracnosis, como arbequina, brunela y luna, y una resistencia elevada en sikitita-2.

Para Citoliva, estos resultados son clave para futuras estrategias de control sostenible, ofreciendo a los agricultores nuevas herramientas para mejorar la sanidad de sus cutivos.

Resiliencia frente a la salinidad

Por último, Agroclim-Olive ha llevado a cabo ensayos en una finca del Valle del Guadalquivir, en plantaciones de alta densidad, para evaluar la tolerancia de seis variedades de olivo -incluyendo genotipos tradicionales y nuevas selecciones adaptadas a sistemas superintensivos- frente a este problema.

Los resultados muestran diferencias significativas entre variedades, con algunas mostrando una mayor capacidad de adaptación a suelos salinos. Estos resultados, en su opinión, son fundamentales para identificar variedades más resilientes, favoreciendo la sostenibilidad y viabilidad del cultivo en suelos salinos, un problema cada vez más extendido por el cambio climático.

El proyecto ha sido financiado por el Fondo Europeo Agrícola de Desarrollo Rural (FEADER) a través del Programa de Desarrollo Rural de Andalucía 2014-2022 y la Junta de Andalucía, a través de la Consejería de Agricultura, Pesca, Agua y Desarrollo Rural.