En el caso de Puerto Rico, el aceite de oliva se integra dentro de los usos culinarios de un porcentaje importante de la población, siendo históricamente un mercado muy interesante para los exportadores ya que, a pesar del tamaño de la isla, cuenta con un elevado consumo per cápita.
Según detalla este estudio, el mercado del aceite de oliva en la isla se basa en su totalidad en importaciones ya que no existe producción local, pero sí que hay empresas puertorriqueñas que lo comercializan e incluso envasan.
Durante el periodo analizado (2011-2015) el consumo aparente de este producto se ha reducido considerablemente, debido a la crisis económica y al descenso poblacional asociado al éxodo de puertorriqueños a Estados Unidos.
En concreto, en 2015 el aceite de oliva solo representó un 7,7% del total de aceites vegetales que se consumen en Puerto Rico con fines culinarios y el volumen total de las importaciones de este producto durante el pasado año fue de 2.981,9 toneladas, un 39,9% inferior a 2011. Las exportaciones españolas representaron en ese ejercicio el 70,6% del volumen (2.103,8 toneladas) y un 74,6% del valor total (11,1 millones de dólares).
El informe detalla que en la actualidad el consumidor puertorriqueño busca una buena relación calidad-precio en sus compras y cada vez existe una mayor preocupación hacia la salud, lo que ha provocado un cambio de orientación por parte de la demanda hacia el consumo de productos con mayor equilibrio nutricional o más saludables.
Además. Debido a que en este mercado existe una gran competencia, y diversidad de variedades y formatos, es necesario establecer una relación de confianza con un importador o distribuidor local que sea capaz de dedicar grandes esfuerzos a la promoción de los productos que se quieren comercializar y que se lleva a cabo un seguimiento constante de los mismos en los puntos de venta.
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Costa Rica
En el mercado costarricense las previsiones para el periodo 2015-2020 auguran un crecimiento del 26,3% en valor, unas perspectivas por encima de competidores directos como el aceite de soja (11,1) o el de canola (10,7%).
El aceite de oliva en este país se percibe como un producto elitista y caro, empleándose exclusivamente como aderezo para alimentos crudos en contadas ocasiones. Tanto la marca como el precio constituyen los factores decisorios de compra sin que el país de origen del producto juegue un papel determinante.
Durante los últimos cuatro años, la evolución de este producto ha sido positiva, siendo el crecimiento experimentado entre 2012 y 2015 del 28% en volumen comercializado y del 32% en valor. España, con el 51%, e Italia, con el 40% son los países que aglutinan la mayoría de cuota de mercado.