“En términos de calidad, somos optimistas”, señala el presidente de la entidad agrícola italiana, Francesco Miari Fulci. “Sin embargo, con respecto a la producción, lamentablemente, no tenemos mucho que celebrar debido, sobre todo, a las condiciones climáticas”, subraya.
Las bajas temperaturas registradas a finales de febrero, con temperaturas de -9º C en muchas áreas de olivar de esta zona, comprometieron el equilibrio de las hojas de los olivos y contribuyeron a la escasez de los frutos. Más recientemente, el granizo combinado con chubascos en algunas partes de la región han acelerado la caída de la aceituna. “Se registraron problemas en variedades muy extendidas como el frantoio, aunque aguantó bien la variedad moraiolo”, detalla Miari Fulci, para quien los cambios repentinos en el clima son ahora más frecuentes y requieren un cambio de visión.
“La olivicultura moderna debe ser capaz de hacer frente a estas adversidades -apunta el presidente de Confagricoltura Toscana-. Los datos sobre variedades resistentes al frío, por ejemplo, son alentadores. Por tanto, hay que seguir el enfoque de la innovación con sistemas especializados para aumentar las posibilidades de los cultivos, incluso intensivos”.
Por último, para Miari Fulci otra cuestión importante radica en el abandono de la tierra. “El sector ha experimentado una fuerte contracción debido al abandono de la tierra, especialmente en las zonas del interior. Toscana necesita innovar mucho en esta zona estratégica debido a que el olivo es un elemento clave de nuestro paisaje, pero no puede ser considerado inmutable como una hermosa postal”.