La entidad ha destacado que la recolección, que generalmente alcanza su punto álgido en diciembre, puede considerarse concluida en la mayor parte de Italia con al menos dos meses de antelación, debido a las heladas de finales de febrero y al mal tiempo que ha afectado al país transalpino en las últimas semanas.
Según Italia Olivícola, la situación más crítica se ha registrado en Puglia, el área más importante de la producción italiana, de hecho, en las provincias de Bari y Bat, la reducción es cercana al 90% en comparación con el año pasado. Asimismo, en Corato, Andria, Ruvo di Puglia y Bitonto, ciudades dedicadas al cultivo del olivo, muchas almazaras ya han cerrado sus puertas, mientras que algunas ni siquiera han comenzado a trabajar.
A su vez, la entidad ha explicado que en Salento el cultivo está prácticamente arrasado, a lo que se une la destrucción de olivos debido a la Xylella fastidiosa; mientras que el escenario no mejora en Calabria y Sicilia, que registran grandes pérdidas por las abundantes lluvias.
“Pero hay otro efecto devastador del horrible año en el cultivo del olivar italiano: la drástica reducción de las horas de trabajo para los trabajadores agrícolas involucrados en la fase de cosecha”, ha lamentado Italia Olivícola.
En este sentido, el presidente de la entidad, Gennaro Sicolo, ha subrayado que "en los olivares, en las almazaras y en las cooperativas no hay trabajo, porque falta la materia prima básica y esto supone un enorme daño para la economía de las grandes superficies especializadas en olivicultura".
Sicolo ha realizado un llamamiento a las administraciones nacional y local para que “tomen nota de la crisis del aceite de oliva italiano y adopten medidas extraordinarias para detener el impacto devastador que la falta de producción tendrá en todos los operadores de la cadena de suministro".