En concreto, según este organismo, la productividad de los olivares decrece pero se mantiene por encima de las 2 toneladas por hectárea.
Al igual que en la mayoría de los cultivos permanentes, la maduración de la aceituna para la obtención de aceite de oliva se ha retrasado más de un mes respecto a la campaña anterior.
La carga en los olivares tradicionales de secano (que representan cerca de tres cuartas partes del área total) es bastante heterogénea, y de una forma generalizada se ha beneficiado de las precipitaciones registradas a lo largo del mes de octubre, constatándose un aumento del calibre de la aceituna.
Asimismo, según el instituto portugués, en los olivares intensivos y superintensivos de regadío no se ha restringido la utilización de agua de riego, si bien la carga de fruto en el árbol también es inferior a la del año anterior.
Según sus previsiones, la productividad de la aceituna para aceite se situará en 2.075 kilos/hectárea frente a los 2.455 kilos/hectárea de 2017; mientras que en el caso de la aceituna de mesa será de 1.550 kilos/hectárea en comparación con los 1.939 kilos/hectárea de un año antes.