En el cultivo del olivar, plagas como Prays oleae o la mosca del olivo (Bactrocera oleae) también se ven muy influenciadas por las altas temperaturas. Así, según la RAIF, con temperaturas superiores a 30ºC y humedades menores al 20% se dificulta la entrada de las larvas de prays en los frutos (generación carpófaga); e idénticas temperaturas y humedades superiores al 70% provocan la muerte de los huevos.
Cabe recordar que en esta campaña se está detectando una cantidad nunca vista antes de prays, que podría afectar a hasta el 50% de la flor del olivo y ocasionar pérdidas en la próxima cosecha, según han alertado desde algunas organizaciones agrarias.
En el caso de la mosca del olivo, temperaturas superiores a 30ºC limitan decisivamente los distintos estados de desarrollo del insecto, disminuyendo la viabilidad de los huevos y de las larvas de primera edad. En este sentido, temperaturas superiores a 34-35ºC produce la mortalidad de los huevos, mayores de 30ºC provoca la muerte de las larvas (sobre todo las pequeñas), temperaturas de más de 36ºC ocasionan la muerte de las pupas, y por encima de los 40ºC ya no sobreviven los adultos.