Según la organización agraria, la falta de agua hace que el fruto no almacene los hidratos de carbono necesarios que luego se transforman en la materia grasa, lo que "finalmente provocaría una cosecha peor a la esperada". COAG-Jaén ha explicado que la situación del olivar era buena y todo hacía vaticinar que podría haber una cosecha media, sin embargo la falta de lluvia en los últimos cuatro meses, cuando el olivo necesita más agua para su maduración y la formación del rendimiento graso, está haciendo que el árbol sufra estrés hídrico. Los técnicos de la organización han apuntado que los olivos de secano de la provincia tienen mucha aceituna y de buen tamaño, pero debido a la falta de agua "el árbol se encuentra parado y cada día que pase sin lluvias hace bajar el rendimiento del fruto y por tanto la productividad del mismo". Además, a su juicio, esto afecta al recomendado adelanto de la cosecha, para evitar rebrotes de casos del COVID-19, y obtener aceites de mayor calidad, ya que el fruto no estará en condiciones para su recolección, por estar arrugado y no maduro. Asimismo, la organización ha precisado que el olivar de riego también se está comenzando a ver afectado, ya que el agua solo está sirviendo para mantener el olivar y las dotaciones están casi agotadas. A su vez, cree que si continúa sin precipitaciones durante este mes de septiembre, a la falta de rendimiento, se unirá la caída del fruto y si se prolonga al mes de octubre, la sequía afectaría al árbol.