La entidad ha precisado que la cosecha de 2020 ha estado repleta de desafíos tanto para los olivareros como para las almazaras. En concreto, los productores de este Estado norteamericano han afrontado una cosecha corta tras recoger la aceituna en aproximadamente cuatro semanas en comparación con las seis semanas habituales. Los productores californianos comenzaron a molturar a mediados de octubre y la mayoría finalizó entre mediados de noviembre y principios de diciembre. Asimismo, según el OOCC, los rendimientos por acre han disminuido significativamente para la mayoría de los olivareros. Así, en la costa central y en el área de Fresno fueron aproximadamente un tercio de los registrados en la temporada precedente y en el Valle de Sacramento registraron una media de 2-3 toneladas por acre. A pesar de esta caída, la mayoría de los productores han obtenido una media de 40 galones (151,4 litros) por tonelada. Es muy probable, según esta entidad, que estos altos rendimientos del aceite sean el resultado de una cosecha más "liviana", ya que el fruto que está en el árbol tiende a ser más grande que en un año de cosecha abundante. Por otro lado, los olivareros californianos han asegurado que la calidad siempre supone una preocupación cuando se trata de un año de descenso de la producción, si bien esta campaña ha sido buena. A su vez, el COVID-19 ha tenido un gran impacto en los productores y almazaras, que han implementado políticas laborales más estrictas para garantizar la seguridad de las cuadrillas y los trabajadores. La pandemia también ha afectado a las ventas directas y ha aumentado los costes de envío para los pequeños productores. Además, los olivareros californianos han destacado que 2020 ha sido otro año seco con lluvias casi inexistentes en la mayoría de las áreas del Estado, "pasando factura al cultivo".