Y es precisamente en coyunturas positivas como la que estamos viviendo cuando debemos pararnos a reflexionar sobre los puntos débiles de un sector robusto, maduro y referente en el mercado global, pero con una oferta atomizada y desigual, y especialmente sensible a la imprevisibilidad de la meteorología y a las oscilaciones del mercado.
Debemos buscar alternativas que permitan mantener un agrosistema de alto valor ambiental y con una fuerte repercusión social
Con más de 2,5 millones de hectáreas dedicadas al cultivo del olivo, España es líder mundial en producción, de la que viven muchas comarcas rurales de nuestro país. De la capacidad de mejorar la competitividad del sector, tanto en sus aspectos productivos como comerciales, de la valorización de los subproductos y la generación de actividades auxiliares, depende la calidad de vida de un elevado número de personas.
Frente a las modernas explotaciones oleícolas, suficientemente dimensionadas, altamente productivas y muy vinculadas con los canales comerciales internacionales, y cuya elevada capacidad competitiva les va a permitir ser rentables incluso en condiciones de precios sensiblemente inferiores a los actuales, nos encontramos con una amplia gama de situaciones cuya supervivencia no está asegurada. Debemos buscar alternativas que permitan mantener un agrosistema de alto valor ambiental y con una fuerte repercusión social. Para ello, se abordan distintas fórmulas que permiten reducir los costes de producción, mediante la consecución de economías de escala, y aumentar los ingresos, con la mejora en los modelos de comercialización y la diferenciación de la oferta.
Debemos redoblar nuestra apuesta por la valorización de todo el patrimonio cultural y ambiental del olivar
Por otro lado, la concentración de las exportaciones en los cinco principales mercados con una cuota del casi 70% del total puede generar una alta dependencia, por lo que seria conveniente continuar con la ampliación de nuevos mercados y así diversificar riesgos en el comercio exterior.
Al mismo tiempo, debemos redoblar nuestra apuesta por la valorización de todo el patrimonio cultural y ambiental del olivar y la implementación de los conceptos ligados a la bioeconomía y la economía circular, ya iniciada a través del aprovechamiento energético de los subproductos y que habrá que profundizar en cadenas de mayor valor añadido como son la industria alimentaria, la cosmética y la farmacéutica. Sin olvidar que el aceite es uno de los protagonistas de la Dieta Mediterránea, lo que supone un valor diferencial considerable en el campo de la alimentación y la salud.
Para tratar todos estos temas, el equipo de Innovación Agroalimentaria de Cajamar que estará presente en Expoliva ha organizado un intenso programa con siete mesas redondas a las que hemos invitado a empresarios, expertos y tecnólogos para debatir en torno a tres ideas fundamentales para el futuro del sector: sostenibilidad, rentabilidad y digitalización. Te esperamos en nuestro estand.