Ante la ausencia de un tratamiento para prevenir o curar la enfermedad de Alzheimer en la actualidad, los resultados de este estudio liderado por el investigador responsable del grupo IBIMA "Medicina Preventiva y Salud Pública", además de profesor de medicina preventiva y salud pública en la UMA, Mario Gutiérrez-Bedmar; y por la neuróloga Natalia García-Casares, investigadora del CIMES, del grupo IBIMA "Arteriosclerosis, prevención vascular y metabolismo" y profesora de neurología en la UMA, refuerzan la necesidad de establecer políticas de salud pública que fomenten la adopción de hábitos saludables como una mayor adherencia a la Dieta Mediterránea como estrategia útil para la prevención de demencias, en este caso, la enfermedad de Alzheimer.
Por su parte, los investigadores han reconocido que “varios estudios que hemos analizado han puesto de manifiesto que esta adherencia de la Dieta Mediterránea con menor riesgo de desarrollar la enfermedad de Alzheimer podría deberse a que este patrón dietético se ve influenciado no solamente por la alimentación, sino también por factores de estilo de vida, socioculturales y económicos que interactúan y se complementan entre sí”.
Además, han destacado que “estas medidas dietéticas, en combinación con otras intervenciones de estilo de vida saludable, deben aplicarse en edades más tempranas como una intervención protectora frente al deterioro del cerebro”.
La enfermedad de Alzheimer es la causa más frecuente de demencia neurodegenerativa, llegando a representar entre un 60 y un 70% de todos los casos de demencia. En un contexto social como el actual, con una mayor esperanza de vida y progresiva mejora asistencial, la prevalencia de esta enfermedad va en continuo aumento. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), la enfermedad de Alzheimer afecta a más de 55 millones de personas en el mundo y se espera que su prevalencia se triplique en el año 2050.