En el caso del olivar, la RAIF ha destacado el repilo, una enfermedad muy común en los olivares cultivados y silvestres (acebuche). Según ha explicado, la germinación de las conidias y el establecimiento de la infección requieren agua libre, procedente de lluvia, rocío o nieblas. La infección se produce entre 8 y 24ºC, con un óptimo próximo a 15ºC.
En Andalucía puede haber hasta cuatro ciclos de la enfermedad en un año. Con las últimas lluvias de la primavera se producen las últimas infecciones, las cuales quedan latentes durante el verano (repilo incubado), reactivándose al final del verano, y reanudándose los ciclos de infección en otoño-invierno.
Los síntomas más característicos del repilo es la aparición en el haz de la hoja, de manchas circulares de color oscuro y en ocasiones rodeadas de un halo amarillento, estas manchas pueden ser de diferentes diámetros incluso de 1 cm. Por otra parte, en el envés de la hoja pueden aparecer manchas oscuras a lo largo del nervio central, además también pueden aparecer presencia de su incidencia en el pedúnculo del fruto siendo estas poco habituales en comparación a las infecciones foliares.
También se pueden encontrar con hojas que están afectadas por la presencia de las conidias de esta enfermedad y que no muestran síntomas visibles, lo que es conocido como repilo incubado o latente.