Esta tendencia, a su juicio, se refleja a nivel mundial con la producción de aceite de oliva en descenso en muchas regiones. Como resultado, los precios del aceite de oliva han subido en todo el mundo, con incrementos que oscilan entre el 100 y el 175% para el aceite de oliva virgen extra, dependiendo del mercado.
En este contexto, "los consumidores pueden sentirse atraídos por alternativas más baratas, mientras que los comerciantes podrían verse tentados a ofrecer opciones de menor coste, aumentando así el riesgo de fraude en un mercado conocido por su calidad y tradiciones centenarias. Lamentablemente, el fraude en el sector del aceite de oliva no es una nueva amenaza. El aceite de oliva es un producto de alto valor y persiste la tentación de los actores sin escrúpulos de maximizar los beneficios a expensas de los consumidores y la calidad de los productos. Cuando los consumidores desconocen las diferencias entre los diversos tipos de aceite de oliva, las prácticas fraudulentas se hacen más frecuentes", ha remarcado.
Por ello, ha considerado "crucial endurecer las respuestas administrativas y las sanciones penales para los defraudadores mientras se invierte en la educación de los consumidores. Una vez que los consumidores sean conscientes de las distinciones entre virgen extra, virgen, lampante, orujo de oliva y aceites de oliva refinados, así como los procesos y sabores involucrados, la tasa de fraude caerá. Los consumidores educados podrán tomar decisiones informadas y evitar productos de menor calidad".
Respecto a la mezcla de diferentes aceites vegetales, ha explicado que "actualmente las normas de la UE permiten la legítima mezcla de aceites de oliva con otros aceites vegetales y los Estados Miembros pueden optar por prohibir dichas mezclas dentro de sus territorios. Esta política está diseñada para proteger y promover la calidad del aceite de oliva y reducir el riesgo de engañar a los consumidores. Sin embargo, hay una laguna: si el aceite de oliva de un Estado Miembro que prohíbe la mezcla se exporta a otro país de la UE donde se permite la mezcla, el aceite mezclado puede ser reimportado y vendido en el estado original. Aunque esto es técnicamente legal, socava la intención de la prohibición original, ya que permite que la mezcla se deje a través de la puerta principal y vuelva por la parte trasera". En su opinión, "los consumidores merecen saber que cuando compran aceite de oliva, están recibiendo aceite de oliva, no una mezcla con productos de menor calidad".
Además de abordar la cuestión de las mezclas, también ha abogado por centrarse en cómo se presenta el aceite de oliva a los consumidores. "Algunos Estados Miembros han aplicado una normativa más estricta que exige botellas de aceite de oliva no reutilizables en restaurantes y establecimientos de restauración. Estas botellas garantizan que lo que se sirve sea aceite de oliva genuino y no un sustituto de menor calidad. La armonización de estas normas en toda la UE no sólo promovería la cohesión del mercado interior y facilitaría el comercio, sino que también garantizaría la seguridad, la calidad y la protección de los consumidores".
En este sentido, Fernando do Rosario ha instado al sector del aceite de oliva, a las organizaciones de consumidores y a las instituciones de la UE "a que trabajen juntos para mejorar la trazabilidad y la protección de los consumidores. Necesitamos salvaguardias más fuertes para garantizar que el aceite de oliva siga siendo un producto Premium en el que los consumidores puedan confiar".
También ha considerado esencial que valores tales como los derechos laborales, las normas medioambientales y la sostenibilidad económica que aplican los productores de la UE se reflejen en los acuerdos comerciales internacionales.
"Sigo confiando en que el nuevo mandato legislativo de la UE dará prioridad a la protección del aceite de oliva y es imperativo que tomemos medidas rápidas para preservar la integridad y la calidad de este icónico producto, garantizando su futuro en un mercado global cada vez más competitivo", ha concluido.