El Día Mundial del Olivo nos brinda la percha perfecta para destacar el papel del aceite de orujo de oliva en el sector del olivar. Un producto y un sector que juegan un rol imprescindible desde el punto de vista medioambiental. Así lo ha divulgado la Interprofesional del Aceite de Orujo de Oliva (ORIVA) desde su creación en 2015 y ahora tenemos la posibilidad de seguir impulsando su visibilidad, al menos durante cinco campañas más gracias a la tercera extensión de norma que acabamos de comenzar.
No nos cansamos de repetir que la producción de aceite de orujo de oliva permite la sostenibilidad de toda la actividad oleícola gracias al aprovechamiento integral del alpeorujo, obteniendo, además de un producto alimentario único, subproductos como biomasa, compost y componentes de alto valor añadido para la industria farmacéutica y alimentaria.
Pero la contribución del aceite de orujo de oliva al olivar trasciende el plano medioambiental y aglutina otros muchos aspectos que me gustaría reseñar. Sobre todo el valor de la investigación, ya que uno de los pilares de ORIVA es promover el conocimiento científico sobre el producto. Las evidencias obtenidas hasta el momento han mostrado sus excepcionales propiedades culinarias y nutricionales, algo que no sólo beneficia al aceite de orujo de oliva, sino que impacta positivamente en toda la actividad oleícola y ejemplifica la inmensa riqueza del olivar. En este sentido, nuestra estrecha colaboración con el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) se sustenta en una apuesta estratégica por una investigación de primer nivel, fundada en la independencia, la calidad y la continuidad.
Este conocimiento científico cimienta, a su vez, todo el trabajo de comunicación de ORIVA. Nos aporta los contenidos y mensajes para responder a los grandes retos que enfrentamos: el desconocimiento y la desinformación sobre el aceite de orujo de oliva. Contenidos y mensajes que después adaptamos en diferentes formatos y difundimos por diversos canales. Y aquí las posibilidades son múltiples, pero podemos mencionar proyectos ya consolidados como los Premios ORIVA de Comunicación o “El Duelo” en escuelas de hostelería; así como viajes de prospección, colaboraciones, campañas publicitarias y acciones en puntos de venta.
Desde este planteamiento que une ciencia y comunicación, el contexto internacional e inflacionista de los dos últimos años, ha favorecido un mayor dinamismo en el consumo del aceite de orujo de oliva en el mercado interno, situándonos como una alternativa en la cesta de la compra para hogares y profesionales. Pero más allá de la coyuntura, esta es la oportunidad de consolidar el peso estructural del sector orujero en el olivar como valor pujante de uno de nuestros mayores patrimonios naturales.
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