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Mujeres en el olivar, de mano invisible a motor de transformación

Mujeres en el olivar, de mano invisible a motor de transformación

Luis Planas Puchades
Ministro de Agricultura, Pesca y Alimentación

El olivar y el aceite de oliva constituyen más que un producto emblemático en la cultura mediterránea; son un símbolo de tradición y de modernidad.

En este sector y, al igual que en otros campos de la actividad humana, la aportación de las mujeres a la tradición oleícola no ha sido suficientemente reconocida. Sin embargo, ellas siempre han estado trabajando al pie de los olivos y han sido valedoras de nuestra cultura milenaria en torno al olivar y al aceite de oliva.

Frente a esa invisibilidad histórica, hoy es necesario poner en valor y otorgar la consideración que se merece la contribución de las mujeres a este sector, tan importante y con tanta raigambre en nuestra cultura agroalimentaria.

Es una cuestión de justicia, pero también de inteligencia, puesto que el papel de las mujeres rurales, que siempre ha sido clave, es ahora un elemento imprescindible como motor de transformación de la producción oleícola y de la actividad agraria en su conjunto. Concretamente, en el caso del olivar, las mujeres están multiplicando las funciones que desempeñan y asumiendo un mayor protagonismo en cada uno de los eslabones de la cadena de valor del aceite de oliva.

Han tomado las riendas en áreas como la investigación, la comercialización y distribución, la industria y, muy especialmente, el emprendimiento, donde las mujeres se están posicionando con iniciativas muy creativas y singulares. Ellas están liderando proyectos que no sólo elevan la calidad del aceite de oliva y sus posibilidades de producción, sino que también abren nuevas oportunidades tanto en los mercados locales como en los internacionales.

Este creciente protagonismo femenino también ha llegado a las cooperativas, paneles de cata y departamentos de mercadotecnia y calidad, donde la mujer ofrece una perspectiva renovada. Su liderazgo se traduce en nuevos enfoques de consumo y etiquetado que resaltan los beneficios del aceite de oliva virgen extra y estimulan su apreciación en el mercado global.

Por todo ello, es más que oportuno dedicar el Día Mundial del Olivo de este año tanto a esas mujeres que, a lo largo de la historia, han formado parte del legado y riqueza de este sector, así como a sus herederas de hoy, que ya están transformando y modernizando la industria, aportando valor, sostenibilidad y calidad, a la vez que vertebran las sociedades rurales y fijan la población en los ámbitos rurales.

El papel de las mujeres en el sector oleícola no sólo impulsa la igualdad de oportunidades, sino que también es clave para el desarrollo de un futuro sostenible. Ellas sostienen las tradiciones asociadas al aceite, al tiempo que forman parte importante de la innovación en una industria que, hoy más que nunca, necesita de su talento y su visión. Avanzar hacia una verdadera equidad significa reconocer y visibilizar y potenciar este trabajo, eliminar barreras y fomentar políticas de igualdad que integren a más mujeres en puestos de liderazgo y decisión en el sector.

En esa corriente se sitúa la acción del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación, donde la perspectiva de género forma parte sustancial de los criterios en la toma de decisiones. Tanto es así que fue España la que introdujo la perspectiva de género como objetivo estratégico de la Política Agraria Común (PAC) y es nuestro país el que más medidas ha diseñado en este sentido, tanto en las ayudas directas como en las de desarrollo rural.

Además, estamos haciendo un esfuerzo extraordinario para impulsar medidas, como la titularidad compartida; articular ayudas específicas, como la de Emprendedoras Digitales o AgroInnpulso; o generar ayudas, como las numerosas intervenciones con perspectiva de género que respalda el Fondo Europeo Agrario de Desarrollo Rural, con el fin de afianzar el papel de las mujeres en la actividad agrícola.

Por otra parte, es de sobra conocida mi insistencia en la necesidad de aumentar el liderazgo y el grado de participación de las mujeres en los órganos directivos de las entidades del sector. La igualdad también se refleja a través del poder y asumir el poder es un acto de igualdad y libertad.

Son aspectos sobre los que vamos a seguir trabajando. En el sector oleícola, las mujeres han sido -y siguen siendo- parte esencial. Desde agricultoras y directoras de producción hasta investigadoras y emprendedoras, ellas están transformando el sector, enfrentándose a prejuicios y contribuyendo activamente al desarrollo del medio rural, tan crucial para la economía y cultura de nuestras comunidades.

Debemos reiterar nuestro compromiso para apoyar, visibilizar y celebrar el papel de la mujer en la cadena de valor del aceite de oliva. Un sector inclusivo es también la base para un futuro en el que nuestra herencia olivarera se modernice, se mantenga viva y sea sostenible.