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Sembrando igualdad: la transformación del sector agrícola desde el liderazgo femenino

Sembrando igualdad: la transformación del sector agrícola desde el liderazgo femenino

Por Raquel Santiago Moya
Representante de AMCAE-Andalucía, vocal por Jaén

En la historia del campo andaluz, la mujer ha jugado un papel imprescindible a diferentes niveles, casi siempre con un escaso reconocimiento y posibilidades de ascenso social. La mujer participa en los diferentes eslabones de la cadena productiva: recolección de aceituna, transformación, control de calidad, y en menor medida en la gestión. En la actualidad, el caso del olivar, la mujer ocupa un gran número de puestos relevantes en el agro, pero con escasa visibilidad y grandes dificultades para ascender en los procesos de toma de decisiones. Es decir, a nivel agrario la mujer está cada vez más presente en la base, aunque es poco frecuente su participación en los procesos de toma de decisiones y es un reto incorporar ese talento a la creación de valor añadido. Este problema se reproduce en las cooperativas, donde, aunque son socias de las cooperativas, su presencia en las asambleas y consejos rectores es reducida. No obstante, en la última década la mujer ha incrementado lentamente su participación en los procesos de toma de decisiones en las cooperativas agroalimentarias en la provincia de Jaén.

A tenor de lo expuesto, hace unos años realicé un estudio junto con la Universidad de Córdoba en el que determinamos que existen una serie de factores que caracterizan a las mujeres respecto a factores sociales (edad, nivel de estudios, etc.) y productivos (dimensión, origen de la actividad, etc). La tipología de mujeres determinó tres grupos: el primero (45%) agrupa a las mujeres de más edad, menor dimensión productiva y menor grado de participación en órganos de decisión; el segundo (41%) comprende a las mujeres de menor edad, mayor dimensión productiva, mayor formación académica y mayor grado de participación; y el tercero, más reducido (13%), corresponde a mujeres con pequeñas explotaciones, menor edad y un origen de la explotación netamente familiar. Además de esto, los problemas más importantes desde la perspectiva de la mujer para aumentar su participación fueron la baja capacitación, el reducido número de mujeres visibilizadas en órganos de gestión y las insuficientes medidas para favorecer la entrada de las mujeres en el consejo rector de las cooperativas.

Estos resultados se podrían orientar al desarrollo de políticas sectoriales específicas para cada grupo de mujeres, como podría ser el fomento de la participación de las mujeres en la vida de la cooperativa, promover la asistencia de las mujeres socias a las asambleas, incrementar la presencia de mujeres en los consejos rectores, fomentar las medidas de conciliación de las reuniones y actividades de la cooperativa con la vida personal y familiar, la formación y sensibilización en igualdad, a la vez que la formación de mujeres y jóvenes.

Además de todas estas medidas, resulta fundamental que se visibilicen las buenas prácticas en las cooperativas que cuenten con presencia de mujeres en los consejos rectores; visualizar mujeres referentes que alienten a la participación y capacitación de otras mujeres; desarrollar planes de igualdad, al tiempo que se realiza un seguimiento y revisión de éstos; y poner en marcha políticas que fomenten la igualdad en el sector agroalimentario.

Desde AMCAE-Andalucía tratamos de trabajar cada uno de estos aspectos con el objetivo de buscar ese equilibrio tan necesario en el sector cooperativo agroalimentario.

Creo que las mujeres, ante los retos, hemos de sentir ese coraje que tenemos dentro, pero siempre implicarnos, ya que sabemos que está en juego algo muy importante, la vida de nuestros pueblos, del mundo rural. Tenemos una tremenda responsabilidad ante la desigualdad, la despoblación, el relevo generacional y la alimentación de la población mundial, y todo eso está en nuestras manos. Es por ello que hemos de ser referentes y tirar de todas aquellas mujeres que no se atreven, por cualquier cuestión, a implicarse en la gestión de nuestras explotaciones con nuestras parejas o familiares, y si lo hacen no son capaces de dar el paso de asistir a las asambleas o entrar al consejo rector. Que nosotras no nos pongamos esa barrera, y si son terceros los que lo hacen hay que trabajar para cambiarlo.