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El tamaño sí importa

El tamaño sí importa

Por José Manuel Bajo Prados
Secretario Ejecutivo de la Sectorial del AOV con Denominación de Origen

Más de siglo y medio llevan los científicos discutiendo acerca de la principal causa de extinción de los majestuosos dinosaurios.

Inicialmente, la principal hipótesis radicaba exclusivamente en que un cataclismo provocó una ausencia de alimento que, a su vez, provocó su desaparición por inanición; sin embargo, y en aquellas condiciones, algunos animales de menor tamaño sí pudieron sobrevivir al poder adaptarse mejor a las circunstancias sobrevenidas.

La causa probablemente fue que los dinosaurios no se adaptaron rápido al nuevo escenario.

No obstante, podemos sacar una conclusión: lo importante es adaptarse, ¡cuanto más rápido mejor!

Trasladado esto al mundo empresarial, podemos comprobar que a lo largo de la historia han coexistido empresas de diferentes tamaños, porque el mercado no es una superficie plana, es un universo lleno de recovecos a los que los empresarios deben poder llegar.

Así, y en lo que va de siglo, hemos asistido al apostolado de la “mega-empresa” -si no creces mueres- y acto seguido, en épocas de crisis, hemos comprobado que sólo han sobrevivido aquellos que consiguieron una dimensión, -llamémosla- “adecuada a su realidad”.

En nuestro sector, que no es ajeno a las teorías de la evolución y a la realidad del mercado, no hemos de perder el norte.

¡Claro que el tamaño importa! Importa el tamaño correcto y adecuado al proyecto empresarial, aquel que nos permita reaccionar con rapidez y adaptarnos a las circunstancias del mercado.

El mercado es complejo y está lleno de compradores: compradores individuales cuando hablamos del consumidor, o distribuidores a través de los cuales llegar a ese comprador individual.

Dependiendo del cliente final al que nos dirijamos, y de cómo pretendamos llegar a ellos, deberemos adquirir una dimensión u otra.

Esa dimensión, será incorrecta bien por exceso o por defecto.

Una expresión muy recurrente es que el mercado está lleno de “nichos” o huecos, y un determinado empresario debe buscar el hueco de mercado al que le interesa ir.

Pero, ¡cuidado!, porque que si el hueco es demasiado grande, lo podemos convertir en una fosa común.

Si somos demasiado grandes tendremos muchas más necesidades económicas y habrá “huecos de mercado” y “momentos” en los que no seamos competitivos, pudiendo llegar al colapso.

Si, por el contrario, tenemos un tamaño pequeño y queremos acceder a grandes mercados y cubrir demasiados “huecos del mercado”, nos encontraremos con un déficit de dimensión que nos obligará a desistir.

Dado lo complejo del asunto, resulta llamativo que desde la administración se simplifique y únicamente se apueste por eso que llaman “concentración de la oferta”.

Personalmente, creo que nuestros responsables públicos deberían facilitar a los empresarios oleícolas la consecución de esa dimensión adecuada. No únicamente la consecución de una enorme dimensión -que no garantiza en absoluto el éxito- apoyando en exclusiva la concentración.

Ayudas dirigidas únicamente a FUSIONAR podrían servir sólo a financiar estructuras de tamaño inadecuado.

Si, por el contrario, se apostase también por fomentar proyectos bien dimensionados, basados también en la diferenciación por calidad y origen, en política de marca, la excelencia, etc., tal vez conseguiríamos ser más competitivos.

Por eso, y si se me permiten, la vieja discusión acerca del tamaño yo la dejaría así de zanjada:

¡El tamaño sí importa!