Es vital programar las aplicaciones considerando las condiciones climáticas. Evitar aplicaciones antes de lluvias inminentes reduce el riesgo de que el fungicida sea lavado, disminuyendo su efectividad. Además, la alta humedad y temperaturas suaves post-lluvia pueden incrementar el riesgo de enfermedades.
5. Uso de acondicionadores de agua
Durante períodos de lluvias, el agua puede contener cationes que interfieren con la eficacia del fungicida. El uso de acondicionadores permite el secuestro de estos cationes, garantizando una aplicación más eficiente.
6. Estrategias de ventilación y calefacción
En cultivos bajo invernadero, es esencial gestionar la humedad para prevenir enfermedades fúngicas. Calentar y ventilar adecuadamente reduce los niveles de humedad y la esporulación de hongos, creando un ambiente menos propicio para su desarrollo.
7. Alternancia de fungicidas y manejo integrado
Para evitar la resistencia de los patógenos, es recomendable alternar diferentes modos de acción de fungicidas. Además, integrar prácticas culturales, como la eliminación de material vegetal infectado y el uso de variedades resistentes, complementa la eficacia de los tratamientos químicos.
Según la RAIF, omplementar estas prácticas durante períodos lluviosos ayudará a mantener la salud de los cultivos y a maximizar la eficacia de los fungicidas, garantizando una producción agrícola sostenible y rentable.